
Pintura de Avendaño Larrarte
Del libro: "Entre cuentos y Poesías"/2007
El Pescador
Detrás de la puerta estaba colgada el alma. Se mecía en un viejo perchero
oxidado por la última ola de mar que había respirado. El no sabia de flores
y poesías, ni de canciones de amor que registran el llanto. Pero sabía de
mar, de sol y de arena. De barcos gigantes, y de enormes redes que
enjaulaba a los peces.
A ella le entregó el más grande. Tan grande como un
tiburón. Ese fue su primer y único regalo. Después regaló amor, pero amor
del puro, de ese que se entrega con los ojos y se talla con las manos.
Lloró su partida la noche del martes y enjuagó sus ojos con agua del mar.
Confundió sus sales de dolor con los granos de la arena, y dejó colgada su
alma detrás de aquella puerta.
Dicen que fue en busca de sus redes.