
La casa oscurecida
No me atrevo
a sacar las manos de mis ojos,
a abrir las puertas,
a dejar sin cerrojos las ventanas.
Las paredes se ocultan de la vida,
los muebles sufren,
la cocina vive en la tristeza
y en el patio
los rosales lloran pétalos de sangre.
No me atrevo
a vestirme de colores,
a maquillarme con tonos esperanza,
a las uñas
las ha cubierto el calcio
son diez novias
en el altar abandonadas.
No me atrevo
el miedo es paranoico,
bipolar en cada nueva bocanada.
No me atrevo
a ver la imagen del espejo
la que muestra
que no eres parte de mi cama.
18 de Febrero de 2009 (Gabriela Abeal)