lunes, 21 de enero de 2008

Voces de hoy/Milagro Haack/Venezuela


.


Milagro Haack, es poeta, ensayista, artista corporal y visual. Se desempeña activamente como promotora cultural. Nació en Valencia, Estado Carabobo, Venezuela, un 29 de noviembre de 1954. Ha publicado varios libros de poemas, entre los que destacan: “Temple Ajeno”. 1990. “Puertas que no me Pertenecen”. 1991 (Mención Honorífica Bienal Latinoamericana José Rafael Pocaterra 1987–1988). “Luto de otra Boca”. 1992. “Cuarto de Ceniza”. 1994. “Antología Poética”, “La rama bifurcada”, Poetas del Estado Carabobo. 1986-1994. “Cuadernos Cabriales N° 54”, editado por el Ateneo de Valencia. “Cenizas de Espera” 2003. “Cinco mañanas juntas” 2003 “Lo callado del silencio” (2004). "Quienes escriben en Venezuela. Diccionario de escritores venezolanos (siglos XVIII a XXI)”, por Rafael Ángel Rivas Dugarte y Gladys García Riera (2005). Antología de Escritores del Estado Carabobo: "Palabras de Anunciación y de otras Adyacencias" (Editado por la Alcaldía de Valencia en homenaje a los 450 años de la ciudad de Valencia. Noviembre 2007).
Actualmente, reside en su ciudad natal y dirige un Taller permanente de Diálogos de Literatura y Orientación Poética “El Retorno a lo Humano”. Se dedica a la trascripción y corrección. De igual forma, continúa su búsqueda, incursionando en el cuento, ensayo, y ampliando su espacio poético. http://milagrohaack.lalupe.com, http://milagrohaack.com

Por encima del hombro

"Morir
Es un arte, como cualquier otra cosa.
Yo lo hago excepcionalmente bien"
Sylvia Plath



Abrazó una moneda, la lanzo al aire, la dejó en mi mano mirándome a los ojos. Tu turno, dijo riendo, aquel personaje en atrevida visita.

Sentí un escalofrío, escuchando el canto repetitivo del cristofué con una leve distancia entre nosotros, le espanté con este último vistazo del día. Era la primera vez que sabía que estaba sola en muchos años.

Afuera, un reflejo se disipaba en la compuerta de la carroza, con un color muy gris en la piel. La vestimenta era diferente a mi gusto, y sin zapatos. Otra mujer, auténticamente distinta a lo que soy: una mujer de edad, pero, libre.

Después de mucho tiempo, pensé, si había algo distinto en esta mudanza. Me pregunté a quién encontraría. Sabía una sola cosa, que me habían encontrado de nuevo y está vez ni con un collar de oraciones escaparía. Dejé de andar por los rincones de la casa, ya no había una razón de peso para no dejar, todo como estaba, mientras, el canto seguía afuera.

Ya estaba en otro día. Les confirmé a todos de irme a vivir al cementerio, sin haber envejecido lo suficiente. Recelosa, no deje de mirar a la otra mujer por encima del hombro.



Ajustes de cuenta

“La pierna le dolía apenas, la sed disminuía, y su pecho, libre ya, se abría en lenta inspiración.”
Horacio Quiroga



Arruina y tuerce la piedra de su ignorancia. La vida pasa oculta en el brillo perdido de un sueño. El frío le alerta sobre la herida, y continúa sentado en la acera, creyendo que la sangre se había detenido al llegar a la esquina de su casa. Pobre, su sangre continuaba saltando a chorros como esas cañerías que se rompen y nadie viene a socorrerlas porque están cerca de su misma gente apestando por muerta. Recordé a Quiroga, será que piensa que no le dispararon treinta y tres veces, que parece un colador en medio del callejón, no ve un sólo agujero en su cuerpo, piensa acaso, regresar junto a su mujer con la caja larga, envuelta en papel de regalo donde está el paraguas nuevo que le compró.

1 comentario:

Pedro Pablo Pérez S dijo...

Esa forma de decir tuya siempre me cautiva, y aunque sea por "encima del hombro", nos vemos en espejos diferentes.

Un abrazo